Veo en el blog de Madr+d sobre futuro del libro que, a propósito de la impresión alemana de una cierta versión de la Wikipedia, se vuelve a argumentar sobre el prestigio del papel. A mi me parece que esto empieza a ser digno de psicoanálisis y que pudiera estar ligado a que el sentido del tacto tal vez proporcione una impresión de realidad más fiable que los otros sentidos, en especial que la vista. No sé lo que dirán los que sepan de esto, pero a mi me parece que no hay alucinaciones táctiles. Además, la mano, proporciona poder, también intelectual, como lo acredita el origen latino del término concepto (que si no me equivoco viene de capio-capere, coger). Tener en la mano algo es dominarlo. Seguro que también influye el hecho de que un texto impreso, por voluminoso que sea, es siempre finito y sugiere, en consecuencia, la posibilidad de dominarlo (olvidando que toda lectura es inacabada), mientras que el texto digital es, de algún modo, casi infinito, es más, puede alterarse, puede no decir hoy lo que decía ayer. Este es un temor que, de algún modo, está justificado y que hay que esperar no se produzca, porque a todos conviene que los textos tengan fecha. Un texto digital que mediante la conexión a un proveedor o autor fuese cambiando su contenido sin advertirlo al posible lector sería algo más que un engorro, sería un artilugio orwelliano, el medio ideal para el Miniver, el ministerio de la verdad al que tanto se acercan las televisiones españolas.