Según un despacho de Europa Press, un estudio ha mostrado que Madrid y Barcelona son ciudades en las que conectarse a Internet a través de redes wifi resulta muy caro. Esto afecta a los turistas, pero también a los residentes. Barcelona resulta algo más barata que Madrid en donde se llega casi a alcanzar los 10 euros por hora si uno quiere conectarse desde el aeropuerto, un lugar en el que se sabe cuando se entra, pero se ignora cuándo se sale.
Creo que hay que preguntarse por las razones de esta absurda carestía y voy a dar una explicación que me parece que tiene mucho que ver con la crisis económica que también afecta a ambas ciudades. Muchos de nuestros problemas derivan de haber tenido, a un tiempo, dinero barato y demandas cautivas, lo que ha favorecido una escandalosa falta de competitividad en muchos sectores.
AENA y gran parte de los hoteleros españoles parecen pensar de esa manera: nuestros precios a los clientes no tiene que guardar ninguna relación con los costos de los servicios que les prestamos, sino con lo que están dispuestos a pagar con tal de no deshacer las maletas, cosa siempre engorrosa, o irse a otro aeropuerto, lo que suele ser imposible. En esa situación, en la que están virtualmente encerrados y en nuestras manos, los clientes pagarán casi lo que sea con tal de conectarse a Internet.
Creo que hay muchos que piensan que esto es un negocio ideal: ser proveedor en exclusiva de un servicio necesario. Así no tienes que esforzarte y la conexión puede ser, encima, una auténtica caca. Competir es mucho más costoso que trincar, y, además, puede ser insolidario. Si yo bajo las tarifas, se molestan los colegas y, por si fuera poco, el cliente podría adquirir malos hábitos. Esta actitud absolutamente ajena al mercado ha hecho construir castillos en el aire y que las deudas crezcan hasta el infinito. La crisis nos hará ver que no se puede seguir viviendo del cuento.
[Publicado en Gaceta de los negocios]