Un panorama interesante

Tras los resultados de las elecciones europeas, el paisaje político se ha hecho más abierto, de manera que, ahora mismo, cualquier hipótesis tiene su valor. Si esto condujese a una mejora de la calidad de la política, sería una gran noticia, aunque también pudiera suceder que los grandes partidos persistan en su terca querella, vista, como se ha visto, una vez más, la fidelidad de sus respectivos electores, aunque con matices.

Estos días han menudeado los pronósticos basados en la hipótesis cíclica y en un entusiasmo, en parte fingido, de los partidarios del PP o, mejor aún, del PP de Valencia, como lo calificó Rajoy. No es sensato pedir a los protagonistas que sean suavemente escépticos, pero es ridículo tomarse estos pronósticos en serio. Al PP le queda, mucho trecho por delante, y al PSOE no le queda menos.

El PP, por lo pronto, debería pensar en que lo que le queda no es precisamente más fácil que lo que ha hecho hasta ahora. Es el PSOE quien ha logrado su desgaste, y el PP se ha limitado a no hacer todos los disparates que se le hubieran podido ocurrir. Ahora no va a bastar con eso, porque no es sensato suponer que un político tan imaginativo y poco escrupuloso como ZP vaya a asistir impávido a la demolición de su fortín. Es evidente que la ingeniería defensiva y los ataques selectivos sobre su enemigo, que han menudeado, no le han dado ni un pequeño porcentaje de los frutos que esperaba. Que una operación largamente meditada como la de Gürtel haya resultado un fiasco se debe, me parece, a la espectacular cacería de Jaén (esa que el ministro creía que había sido en Ciudad Real), de manera que ZP tendrá que vigilar más de cerca las veleidades de los suyos para que no se le escape el botín por boquetes tan enormes. Es posible que esta precaución se le convierta al presidente en una tarea realmente agotadora, porque suele suceder que, cuando se perciben amenazas a medio plazo, se incrementen las tentaciones sobrecogedoras. No es que este vaya a ser el único problema del PSOE, pero el descuido ha impedido la eficacia de sus ataques, y podría hacerlo en el futuro.

Suele decirse que las elecciones no se ganan, sino que se pierden, lo aunque también puede perderlas la oposición. El PP de Valencia deberá empeñarse en no perder, si es que no se atreve a intentar directamente el asalto a la fortaleza. En cualquier caso, el PP solo puede intentarlo si actúa entero, no dividido. Quienes crean que Rajoy no posee las cualidades que necesita un ganador, y no son ni pocos ni insignificantes, deberán poner a buen recaudo sus reticencias, porque nada será peor que perder por falta de unidad interna. Pero el responsable máximo de garantizar esa unidad, y el que más se juega con ella, es el presidente del partido. Rajoy deberá acentuar sus perfiles más abiertos y no practicar ninguna afinidad selectiva que pueda resultar dolorosa a sectores significativos e importantes de su partido. No es malo que el PP gane en pluralidad y en diversidad, y sería realmente absurdo no saber manejar esa riqueza. El valor más fuerte del PP es su electorado, que no distingue ni Valencias, ni Sevillas. El siguiente valor es la buena impresión de austeridad y buen sentido que suelen dejar sus gobiernos, y en eso también hay de todo. Solo los muy necios confunden la política con la trifulca interna.

El PP no debería confundirse de enemigo, tampoco hacia fuera, y el nuevo partido de Rosa Díez, cuyo éxito es absurdo minimizar, no debería ser visto como un obstáculo por el PP, en ningún caso. Será un obstáculo, sin embargo, si el PP se pierde indebidamente en particularismos o en vaguedades e incoherencias. UPyD ha realizado una etapa fundacional realmente brillante que ahora deberá confirmar con una serie de aciertos sucesivos. Solo se le recuerda un borrón en su actuación en el País Vasco, afortunadamente rectificada a tiempo, y, si se evita la sensación de apuntarse a un bombardeo que puede dar una líder tan activa como Rosa Díez, puede granar un partido muy importante para el bien de todos. Las últimas elecciones muestran claramente que UPyD es un factor muy positivo porque obliga al PP y al PSOE a pensar que hay vida más allá de sus cansinas invectivas.

El PP debería dejar de vivir a costa del Falcon o de las memeces de Bibiana y ponerse en serio a articular una propuesta de fondo para la sociedad española, algo que vaya más allá de un programa de ocasión encomendado al redactor de turno. Si el PP acierta a desplegar la energía y el pluralismo que supo desarrollar entre 1993 y 1996, la Moncloa estará en sus manos, pero no deberá olvidar que, incluso entonces, estuvo a punto de quedarse con la miel en los labios. Pese a lo que pasa en Europa, la izquierda española es todavía muy poderosa, se cree posesora de una moral superior y son legión los que siguen esa estela con devoción religiosa. Este es el panorama al que tendría que atenerse un líder con ganas, y es también el mapa en el que no debieran perderse quienes tengan ganas pero no lleven el timón.

[Publicado en El Confidencial]