El segundo de a bordo de Gallardón, que suele usar de delegados para casi todo, se ha despachado con unas amables y educadas declaraciones sobre las perversas intenciones de doña Esperanza Aguirre al propósito de no se qué agravio a don Rodrigo Rato, o así, que se ha entendido el insulto, pero no tanto el motivo.
Todos los madrileños sabemos muy bien lo delicado que es el señor Cobo, sobre todo con su señorito, de manera que si le han entrado vómitos debe estar pasándolo muy mal. Lo que no se entiende tanto es la música de fondo, porque no me negarán que es curioso que para despolitizar lo de Caja Madrid, que es el motivo de los retortijones de Cobo, esto es, de su señorito el alcalde, se hayan de sacar las dagas y los escupitajos. Tal vez sea para defender a Rajoy, al que nadie ha atacado, de momento. ¡Pobre Rajoy! Se podría decir de él, pero al revés, lo que dijo el novelista prohibido en Sevilla: “¡la de patadas que le van a dar a Franco en nuestro culo!” Pues eso, ¡la de defensores que tiene Rajoy sin que nadie se lo haya pedido!
Total, que entre los embrollos valencianos, las amenazas nada veladas de los socialistas, y de los del PP, en el ejemplar caso Gürtel, y los mareos del vicealcalde, la política se está poniendo de verdad atractiva para la gente decente. Como pudiera decir Anson: “miles de idealistas de todas las edades piden el ingreso en el PP”. Seguramente cuenta con ellos Cobo para que Gallardón gane el próximo congreso del partido, en Madrid o donde fuere. Ahora que la basura está barata puede ser su momento.