Un sabio y viejo amigo, que no creo que haya votado nunca lo mismo que yo, me manda testimonio de un antiguo Diccionario marítimo español en que se puede leer una definición de “zapatero” («dícese del que maniobra, o ha maniobrado mal o no entiende la maniobra») que le cuadra admirablemente al falso leonés que nos gobierna.
No quiero exagerar, porque mi amigo es uno de esos raros liberales de izquierdas, o eso creo, pero me parece que no me hubiera mandado esta definición hace un par de años, aunque a mi me habría parecido igualmente casual y precisa.
Sobre ZP circulan varias versiones extrañamente incompatibles. Para aclararnos, las reduciré a tres. Está la versión siniestra que lo considera como una especie de demonio decidido a causar el mal de los españoles; existe también una versión, digamos, benigno-cínica que lo imagina como un tipo iluso y con gran capacidad de camuflaje. El mejor retrato de esta segunda versión es el que le ha hecho en El líder patológico, un escritor de blogs enormemente mordaz, Benjamíngrullo, que he tenido el placer de conocer gracias a otro genio, a Santiago González.
La tercera versión sobre ZP, lo considera, simple y llanamente, como un incompetente, es decir, tal y como dice el Diccionario, como un tipo que no entiende lo que se supone que está haciendo.
Yo abogaría por una visión sintética, sin olvidar las contradicciones en que forzosamente se habría de incurrir. Cualquiera de esas versiones tiene un factor común realmente notable: hay que hace lo que sea para librarnos del personaje. Los que debieran tener más interés son los que todavía le sostienen. Por eso el envío de mi amigo me parece esperanzador.