Los españoles tenemos un jefe de gobierno que pertenece a la estirpe de los Houdini, un tipo muy escurridizo. Él mismo ha hecho, a su manera, teoría de esta habilidad que nadie le niega, de su capacidad para defender con idéntica pasión y desparpajo posiciones contradictorias, a veces simultáneamente. ZP cree que la democracia consiste en la cintura, en una flexibilidad que pueda confundirse con la nada a la espera del milagro.
Es normal que un personaje tan espiritado como este, caiga bien a los españoles que detestan a los domines Cabra, a los que les fatiguen con razones y datos que les impidan palmear o dormir la siesta.
Es posible que ZP pueda quedarse sin repertorio, porque hasta los muy niños se acaban cansando de los números circenses cuando se repiten con exceso, pero, de momento, sigue a lo suyo exhibiendo una capacidad de improvisación digna de encomio.
Su último hallazgo ha sido la creación de una Comisión. Me temo que la oposición no ha estado a la altura del invento. Como desconfía del fondo, se olvida de los detalles, pese a que todos los magos explican su magia diciendo que el secreto de sus trucos reside en la incapacidad del público para fijarse en los detalles de la ejecución.
La Comisión de ZP ha consistido en prescindir de la mayoría de los ministros del Gobierno, dejando fuera nada menos que a los dos vicepresidentes impares, a la totalidad de la cuota de género y al propio Rubalcaba. ZP busca la intimidad, la complicidad, el buen entendimiento y está claro que le estorba el Gobierno y, por supuesto, el Parlamento entero.
ZP es hombre de cercanías, gana en el terreno corto y quiere sincerarse con los muy suyos. La Vice que vale para que haga las cuentas, el ministro Sebastián para que ponga la nota creativa y moderna sin complejos (además de que a su modo cubre parte de las cuotas) y a José Blanco para que lo explique con los concetos que se precisen.
Un oponente observador habría sacado trilita de esta jibarización del Gobierno, pero como en el PP están mirando al horizonte y a los cielos, les han vuelto a hacer una manoletina, y el público está a punto de volver a aplaudir.