Zapatero ataca de nuevo

El Presidente de todos los españoles ha visitado Cataluña para inaugurar algo que todavía no funciona, así que no se acuse al gobierno de lentitud. A su llegada alguien le ha preguntado si traía algún “regalito”, se ve que cae bien por allá. Me temo que esta vez no se haya llevado nada, porque hasta un manirroto como éste tiene, de vez en cuando, que caer en la cuenta de que se ha quedado sin blanca; sin blanca, puede, pero sin labia, ni muerto: así pues, a falta de donativo, debió de pensar que bien pudiera valer un chascarrillo político, de manera que su boca profirió una de esas sentencias que le han hecho justamente famoso declarando que “no le produce «inquietud» que Cataluña se defina como nación en su Estatut”, para decir a renglón seguido algo confuso que parece significar lo contrrario.
Hay que reconocer que, en circunstancias normales,  sería  reconfortante tener un presidente que no se inquiete por nada. Pero si la situación es de zozobra, como lo es, un imperturbable tiene mucho peligro, y ese es el caso. Tan no se inquieta que no se entera de nada, que va por el mundo subido en sus monsergas y tan pronto afirma que no hay crisis económica como que ya (¿cuándo, según él?) hemos pasado lo peor. En realidad, que Zapatero no se inquiete resulta inquietante, porque indica que la Constitución le da algo de risa, sobre todo si se quiere emplear para poner freno a sus caprichos. Claro que a estas alturas ya sabemos que a Zapatero las ideas le sirven para hacer trabalenguas y que no se toma en serio nada, salvo su poder. La Constitución española dice lo contrario, exactamente lo contrario, de lo que dice el Estatut y ya va siendo hora de que el TC se moje, aunque se inquiete Zapatero.