Es difícil hacerse una idea mejor de lo que piensa Garzón sobre la justicia que la que nos proporciona el contenido del auto que ha interpuesto contra su procesamiento primero, que hay otros en espera, y no son todos los que cabrían. El juez Baltasar Garzón cree que organizaciones y «grupúsculos marginales», es decir, incontrolados, como se llamaban en otros tiempos, han ido contra él, y esperaba que el Supremo valorase sus “espurias motivaciones a la hora de no prestar crédito a tal persecución ideológica».
Envalentonado con el apoyo del New York Times, el juez se atreve a explicar cómo debe ser la Justicia universal, más allá de códigos y formalidades. Los que piensan de manera correcta están exentos de cualquier control, y los que piensan de manera extravagante, no merecen acceder a ninguna justicia ni tener acceso a ningún Tribunal. Lo de la Ley debiera ser, por lo que se ve, anecdótico, cuando se tenga prestigio internacional, aunque se haya logrado a base de chapuzas y arbitrariedades… y mínimos cohechos.
Si el Supremo le diera la razón, salir corriendo de este país sería un recurso inaplazable. Veremos.