El editor del New York Times ha dicho con claridad algo que todo el mundo debería saber, que su periódico dejará en algún momento de editarse en papel, y que no sabe exactamente cuándo sucederá la cosa. Me parece que son dos verdades que es doloroso, pero inevitable, que admitan los editores, y no solo los de periódicos.
La tecnología digital ha arruinado completamente las bases materiales en las que se ha venido sustentando la reproducción de los textos, los datos y las imágenes. Una vez creada la información, los costos de reproducción y de distribución son irrelevantes, lo que, como es lógico, arruina por completo las posibilidades lucrativas de las empresas que vivían de explotar esos productos.
No es nada fácil imaginar cómo serán las industrias de la información y de la edición, es decir cómo se financiarán, en los próximos diez, veinte, o cien años, pero lo que es seguro es que la fórmula del pago por parte del cliente directo va a ser muy difícil, porque todo el sistema está contra eso. Creo que en el caso de los libros podrán subsistir ciertas formas de pago, a cifras muy bajas, de ediciones de textos que se vayan renovando de manera continua, y que el acceso a las versiones originales de la inmensa mayoría de las obras será completamente gratuito en un plazo muy breve.
En el caso de los periódicos, me temo, es una forma de hablar, que no tendrán éxito, a la larga, los intentos de cobrar los contenidos de mayor valor, por ejemplo los análisis y los artículos de firmas muy valoradas, dejando libre el acceso al resto de los contenidos. Supongo que Google y las grandes cadenas están negociando formas de hacerlo, pero no creo que ni siquiera Google pueda poner puertas al campo.
No cabe duda de que esta situación plantea problemas graves, y que la definición esencial de lo que pudieren ser en el futuro la prensa, la televisión, o las empresas editoras, está completamente en el aire. Hace falta mucha imaginación para encontrar respuestas creativas que no se limiten a cerrar el acceso, a matar la gallina de los huevos de oro del progreso económico de estos últimos años. Hay que pensar en la financiació n de las empresas editoras, pero es aún más importante defender la libertad de circulación de la información y de toda clase de documentos del saber. Me parece que en la música se está consiguiendo con una cierta variedad de modelos; el reto que se plantea a la prensa, la información, la cultura y la ciencia es aún mayor, pero hay que afrontarlo sin miedo, porque seguramente se encontrarán sistemas que permitan que siga siendo interesante, para empresas y para autores, informar, escribir, estudiar, pensar y hacer ciencia sin que haya que seguir pagando los peajes excesivos que ahora se imponen.