En el océano de confusiones interesadas en que el Gobierno suele convertir la información sobre el supuesto final de ETA, los socialistas parecen dar más importancia a la descalificación de Mayor Oreja que a cualquier otra cosa. Seguramente entienden que eso les produce algún beneficio, pues se hace difícil imaginar que digan algo de lo que no puedan sacar ventaja. Sus medios afines, abundantes, aunque menos plurales de lo que imaginan en sus celos por ser los preferidos, han decidido que la caza de Mayor Oreja tiene siempre mayor interés que el escrutinio de las supuestas rendijas legales por las que, casualmente, siempre se acaba filtrando algún miembro destacado de ETA. Esto de las rendijas legales en las que se han especializado determinados jueces es muy notable, porque son completamente asimétricas, siempre sirven para liberar a De Juana Chaos, o a Troitiño, que seguramente aspiran a convertirse en hombres de paz, pero son enteramente impracticables para que no se escape ninguno de estos sujetos. En este caso, las rendijas, de existir, se tapan con la exquisita delicadeza de Rubalcaba con los derechos de los criminales. ¿Quién puede imaginar a Rubalcaba persiguiendo sin motivo a un inocente, o haciendo algo distinto a lo que marca la ley?
El caso es que si Mayor Oreja afirma que parece razonable establecer alguna relación entre la liberación de Troitiño y la negociación oculta con la banda, los socialistas se rasgan las vestiduras, pero lo hacen con el mismo cinismo con el que esperan reconocer en el futuro sus aciertos si la cosa les sale medianamente bien. Lo peor de Mayor Oreja es que razona sus afirmaciones y, cosa que ya resulta intolerable, es que lo que suele anunciar se acaba cumpliendo, por mucho que el PSOE se empeñe en el disimulo. Han negociado después de la T4, y están moviendo los hilos con la peculiar falta de escrúpulos que les caracteriza, pero les saca de quicio que un político tan coherente y limpio como Mayor Oreja diga lo que la mayoría de la gente entiende sin dificultades, que este gobierno está metido en un asunto turbio y proceloso al que intentó llamar proceso de paz, pero todavía no ha aprendido que no hay nada que hacer con los asesinos, tal vez porque hay muchos e influyentes socialistas, y no hace falta que lo subraye Jaime Mayor, porque ya lo hacen ellos sin ningún disimulo, que piensan que el PSOE no tiene nada que ganar con la derrota de ETA. y no tendrá nada que perder si son capaces de vender cualquier apaño. Cuanto dice Mayor Oreja es enteramente coherente con los gestos del Gobierno, con las triquiñuelas de los socialistas, con su confusa estrategia para hacer que algunos etarras buenos, arrepentidos en secreto de sus fechorías, pasen a ser definitivamente miembros respetables del sistema, ciudadanos electos, a ver si con eso se cuadra definitivamente el círculo del final del terrorismo.
El desdén hacia los procedimientos es una recia tradición de la izquierda española desde mucho antes de que Felipe González celebrase la sabiduría de los chinos respecto al color de los gatos. Según los socialistas, todo vale, para mantener el poder, y no se van a parar en minucias cuando creen tener al alcance de la mano, un éxito cuya magnitud ya se encargarán de exagerar en su momento. Jaime Mayor puede ser la voz del que clama en el desierto, y a veces da la sensación de que también incomoda un poco entre los suyos, pero hace bien en no alabar la belleza del traje del rey, cuando es obvio que está desnudo.