UPyD acaba de aclarar que no va a pactar con nadie, es decir que no quiere decantarse. Esto parece indicar que aspiran, a largo plazo, a convertirse en un partido mayoritario y que no quiere perder parte de su capital con asociaciones equivocadas. Está bien, pero un partido de centro, que es lo que mejor nos vendría, debiera ser capaz de pactar a su derecha y a su izquierda sin ningún problema, y, además, de hacerlo, al tiempo, en unos sitios de una forma y de otros en otra, lo que demostraría que la política es algo más que esos acartonamientos ideológicos que tanto gustan a los grandes partidos. Cuanto antes comprendan eso, mejor, porque lo contrario es pretender una virginalidad que no es de este mundo, o eso creo.
La segunda muestra de remilgos es su renuncia a los coches oficiales. Puede estar bien, pero, de entrada, me quedo con el gesto torero y las ganas de aparentar. Tomaremos nota de la coherencia de estos nuevos puritanos. Lo de los coches oficiales puede ser un buen detalle donde haya abusos, pero si se toma como índice de lo que pueda ser una política, la verdad es que da un poco de grima e ilustra sobre las ganas de salir en los periódicos, comprensibles, por otra parte, pero no me parece una gran síntoma de solidez.
Va a costar mucho consolidar ese partido de centro, pero el precio que hay que pagar se llamará valentía, trabajo y coherencia de fondo, no la mera gestualidad testimonial y tratar de aparentar que son de otro planeta. Nos basta que sean de éste pero decentes, y trabajadores, sin necesidad de que muestren signos de santidad extraordinaria que tantas veces acaban por ser muestra de bellaquería. De cualquier manera, en el Ayuntamiento de Madrid sobran los coches y los gastos, de manera que si consiguen un ahorro, aunque sea pequeño, bien venido. Lo terrible sería que nos enterásemos de que, al final, han gastado más en dietas y varios que lo que valía el servicio de coches a cargo del municipio.
Tabletas y smartphones
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