Una de las alegrías que me ha deparado el reciente proceso electoral es haber visto a Luisa Fernanda Rudí, presidenta de Aragón, hablar de Santiago Ramón y Cajal, proponer su ejemplo a los ciudadanos y establecer un premio importante bajo su advocación. Es muy difícil entender el descuido en el que se encuentra la figura de nuestro único científico de primer nivel.No tenemos, por ejemplo, una edición mínimamente decente de casi nada de lo que escribió. Don Santiago fue un español apasionado y un patriota ejemplar, un hombre tan excepcional como fácil de imit ar, se mire por donde se mire, aunque para hacerlo hay que esforzarse por alcanzar su carácter, su paciencia, su valentía, su tesón y su ambición, cosas poco socialdemócratas, hay que reconocerlo. Los lectores que quieran pasar un rato muy agradable deberán leer sus escritos autobiográficos, fuente de numerosas reflexiones y enseñanzas. Hay algunos trabajos míos que se pueden encontrar en mi página web y que pueden servir para que cualquiera comprenda las ideas políticas del aragonés. Hay que esperar que la invocación a Ramón y Cajal no se quede en una ceremonia.
¡Pobre Microsoft!
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