Soraya Saénz de Santamaría es desde el momento mismo de la constitución del Gobierno la mujer más poderosa de España, y eso no se ha debido a ninguna política de imagen ni de cuota, sino a la enorme confianza que el presidente ha depositado en su buen criterio, su sentido de la responsabilidad, su buena formación, su capacidad de sacrificio y su ya importante experiencia política. Sus primeras manifestaciones al tomar posesión de sus funciones han sido de humildad y de aceptación de las críticas, con lo que ha mostrado sentido de la responsabilidad y buena disposición para asumir un trabajo ímprobo y difícil. Nada que ver con la imagen de prepotencia y arbitrariedad de otras épocas, otros partidos y otras mujeres. Hay que esperar que la Vicepresidenta sepa mantener la calma y los buenos criterios a los que se ha acogido a la hora de pronunciar sus primeras palabras como mano derecha de Mariano Rajoy, porque una parte muy importante del éxito de este Gobierno, con el que tanto nos jugamos todos los españoles, lo mismo los que votaron al PP que los que no lo hicieron, está en manos de esta mujer de aspecto jovial, carácter sereno y maneras suaves. Soraya Saénz de Santamaría representa a una generación nueva en la historia de la derecha española, un grupo de personas sin apenas vinculación con los orígenes del partido conservador, y que ha sido llevada a la política por el mismo espíritu de responsabilidad que animó a los políticos de la transición, por el convencimiento de que España y los españoles se merecen lo mejor. Su éxito será un éxito colectivo de esa parte, muy importante, de la sociedad española que sabe renovarse y asumir responsabilidades.