De Alexander Payne había visto Entre copas, que tenía interés, y ahora acaba de estrenar Los descendientes con Clooney de protagonista. El guión, una novela previa, está bien y la historia es relativamente original, pero la construcción del personaje principal me parece poco lograda, tal vez por las obvias limitaciones expresivas del actor. La película se sigue con atención por su tono realista y su mezcla de dramatismo e informalidad, además de que transcurra en Hawaii, lo que siempre supone una cierta novedad, si bien la música de fondo, imagino que étnica, resultó bastante insoportable a mis fatigados oídos.
No está mal que el cine incurra en alegatos razonables a favor de la paciencia y el buen sentido, mientras muestra lo espantosamente frívolos y mentecatos que solemos ser, y que lo de la adolescencia suele superarse, mal, pero se pasa, pero la película no llega a emocionar en ningún momento, por mucha habitación de hospital y mucho soliloquio ante la persona ausente que se le eche, porque todo es perfectamente previsible, como la vida misma. Lo mejor las dos actrices, la adolescente Shailene Woodley, y Judy Greer la esposa engañada por el cantamañanas.