Estoy en Buenos Aires para participar en una actividad académica. Hacía más de treinta años que no había venido a esta ciudad tan hermosa y enorme. Rezuma vitalidad y cierto desorden. Se habla, más que en España, de los asuntos petroleros y en muchos telediarios quedamos como el coco. Y yo sin enterarme de lo malos que somos. Piquetes por las calles, la plaza de Mayo cerrada, una contaminación apabullante y colas en los bancos para hacer cualquier cosa son impresiones que he sacado en una primera mañana de paseante en Corte. Por supuesto se habla de fútbol, lo que, evidentemente, no me parece mal, aunque ya se sabe que le veneno está en la dosis.