Un país podrido

No me gusta exagerar, pero tampoco me gusta el disimulo. Una de las cosas que pasan ahora mismo es que casi nada funciona, y desde luego que apenas nada es ejemplar. Las instituciones están podridas porque la mentira se ha convertido en un hábito irreprimible, en un modo de vida. Desde la monarquía, a las universidades, los partidos políticos, la prensa y los jueces, todos se aprestan a hacer cierto el diagnóstico de Revel«la primera fuerza que dirige el mundo es la mentira», a exagerarlo incluso.  El presidente de gobierno quiere tranquilizarnos y recurre a algo que da toda la sensación de ser una mentira infantil, a decir que la prima no tiene nada que ver con Bankia, tiene bemoles. Esto no aguanta más así, de forma que bueno será que empecemos a reconocer con la mayor calma posible las verdades del barquero, … y a actuar en consecuencia, que tampoco es fácil. 
Motorola y Android