Este gobierno tiene un problema de fondo y de forma, le falta claridad y unidad, y, en consecuencia, decisión. Como no se aclara, nos obliga a tratar de aclararnos y eso, inevitablemente, genera confusión, malestar, un dolor añadido. Un par de ejemplos. La ministra Pastor, que está en Fomento, ha declarado, más o menos, lo siguiente: el gobierno anterior ha dejado 40.000 millones de deudas, facturas sin pagar o déficit, no creo que lo sepan ni ellos, pero, al parecer, el AVE es rentable, y parece ser que lo será más cuando vaya a La Coruña, creencia insólita, pero muy oportuna en una gallega simulada y vocacional como la ministra. Para culminar afirma que ella va a arreglar todo esto sin que nos cueste un euro a los españoles. ¿Qué pasa entonces? Que no hay quien entienda como con ministros tan sagaces no se han resuelto ya todos los problemas en España, y como no vienen del mundo entero a pedirle a Rajoy que les deje algunos ministros, al menos por unas semanas.
Entonces aparece Beneyto que no es ministro, pero manda y se atreve a echar un cuarto a espadas, y dice que no hay que descartar una intervención y que tampoco sería para tanto (no sé si estaría pensando en que Pastor diese la versión oficial para hacerlo muy llevadero). Éste, al menos, dice algo que puede ser verdad, aunque parece que no es lo que el gobierno está deseando que pensemos, de manera que imagino que le lloverán los capones, y que puede terminar su carrera sin apenas haberla empezado. Si me dejan elegir me quedo con Beneyto, pero me temo que el estilo Pastor se lleva más, es decir suponer que los electores son más tontos de lo razonable.
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