Aunque antes se decía lo contrario, el sentido del ridículo es una rareza entre españoles, al menos entre los políticos, para ser precisos. El ex ministro y sindicalista Valeriano Gómez ha hecho hoy una exhibición de su absoluta carencia de tan preciado don al comparar algunas de las medidas del Gobierno con lo que, según él, ocurría hace casi cuarenta años. Como no creo que trate de facilitar el trance al Gobierno, me temo que éste sea su único argumento, por llamarle algo. Claro que un colega suyo se había remontado hace un par de días a la guerra civil para explicar lo que pasa. Decididamente, este Gobierno no tiene suerte ni con los enemigos.
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