La idea es muy simple: que los ciudadanos estén descontentos de los políticos no es malo, es perfectamente normal; tampoco es peligroso, lo peligroso sería la indiferencia y la credulidad, y precisamente porque esa actitud ha sido abundante hay ahora más quejas de lo habitual. Hay que creer menos en los políticos y más en la democracia, ese es el mensaje de Clint Eastwood y debería ser el de cualquiera que dedicase un minuto a pensar en el poder sin creer demasiado en cuentos de hadas. Pero no basta con creer en la democracia, hay que practicarla, y eso es arduo y cansado, aunque solo los soldados cansados ganan las batallas importantes, pese a que lo haya dicho Napoleón.
No es para tanto
No es para tanto