Hoy me comento a mi mismo

Quiero decir, más, todavía, que otras veces. En mi columna de El Confidencial, varios lectores me acusan de repetir cosas que todo el mundo sabe, de bla, bla, bla, además de equivocarme con las fechas porque sitúo el inicio del desastre en 2004.  Creo que es cierto, mejor aún,  debería serlo, pero no veo la razón para pedir disculpas, y en esto acierta el comentario de un tal Borondes que dice, muy apropiadamente: «La fecha de 2004 está bien puesta, porque entonces todavía era viable el sistema con reformas simples, una década después el disparate económico hace imposible no refundar el sistema con una reforma constitucional a fondo. Lo que ocurre es que no se vislumbra una oportunidad ni unos protagonistas, pero esto es como tener que operarte de un cáncer atajable y que no haya cirujano disponible, no te curas por eso. Y si en lugar del cirujano sigues yendo al herbolario, pues ya sabes lo que te espera». Santa palabra, de manera que el que avisa no es traidor, sino avisador. Puede que los avisados se resistan a enterarse, pero el cáncer, o se quita o te mata.