Una de las preguntas que cabe hacer sobre nuestra situación es la siguiente: ¿quién está peor, España misma o su izquierda política? Pues bien, para abordarla les propongo analizar uno de los acontecimientos más notables de los últimos días, semanas y meses, como tan tontamente se dice ahora.
Las asociaciones de padres preocupadas por la calidad de la enseñanza pública, que, como se sabe, está en manos peligrosas, aunque cabe discutir desde cuándo, ha promovido una huelga de sus hijos. Se conocen casos de heroicos padres y madres de familia que se han cogido un “moscoso” para cuidar a sus pequeñines, y a los de otros compañeros que no podían permitirse tal lujo, para que mejor se pudiesen vaciar las aulas y se hiciese más visible el rechazo total de la sociedad española, eso dicen.
Esta iniciativa, histórica, si nos atenemos al término empleado por sus promotores, muestra muy claramente que a la izquierda se le puede estar acabando el público, pero no la imaginación. ¿Quién no se enternecería al ver a un parvulillo portando una pancarta que proclama algo tan tierno como “educación pública de todos y para todos”, una consigna que expresa uno de los anhelos más auténticos de todo ser humano desde que comienza su dentición, si no antes?
Esta innovación de poner en labios de los más inocentes las consignas humanas básicas, no tardará en sentar precedente. Pronto veremos a las democracias sustituir los debates adultos, por formas de comunicación ya contrastadas en Barrio Sésamo.
Es un hecho que la política contemporánea se vuelve incomprensible, así que esta profundización de la democracia hacia las primeras edades, se deberá acompañar de una pedagogía adecuada para que los grandes poderes financieros internacionales, en nefasta alianza con las fuerzas del oscurantismo político, no puedan seguir manipulando a las personas mayores. ¿Verdad que ya saben cuál es la respuesta a lo que les preguntaba?
Publicado en La Gaceta