Lo peor de la iniciativa del Ministro de Justicia para imponer tasas por el acceso a la Justicia es su precipitación, su escaso trabajo previo con los protagonistas, su rara habilidad para hacer que le parezca mal a todo el mundo. Este Gobierno lleva una trayectoria errática y de enorme improvisación, es lamentable.
No me atrevo a opinar sobre el fondo del asunto, pero me parece evidente que es un caso más de esa política que sólo sabe vivir al día, a ver qué se nos ocurre hoy para salir al paso y llegar a mañana, que ya veremos. Es una actitud que no puede llevar más que al desastre y que deslegitima de raíz la preferibilidad y la racionalidad de la democracia. Lo que hay detrás de esa manera de entender la política es que unos señores se sienten legitimados para hacer lo que se les ocurra, y no es así, ni lo están, ni se les ha dado el voto para eso.