Acaba de llegarme uno de esos pastiches de Internet que hace una especie de repaso gráfico e histórico del cantonalismo, uno de los episodios más chuscos y absurdos de nuestra vieja historia común. Como no somos suficientemente capaces de labrar un futuro glorioso nos dedicamos a ignorar el pasado o a inventar uno inexistente, lo mismo que el futuro que lo inspira. Bien haríamos en conocer a fondo los pasajes ridículos de nuestra historia para no confundir el culo con las témporas, como se hace de continuo en este viejo país torpemente desconfiado, chapucero y crédulo.