No tengo nada personal contra Ana Mato, a quien no tengo el gusto de conocer, pero es que su caso es sintomático de algo que hay que conquistar, que se asuman responsabilidades. Ella siempre ha negado tener nada que ver con las andanzas de su marido, o ex-marido, implicado en la trama de corrupción que está hundiendo al PP en la sima del descrédito, con gravísimo riesgo para millones de inocentes, sus votantes, una persona que continúa siendo empleado del partido, es decir que sigue trabajando, al parecer desde su casa, a las órdenes de Rajoy y de Mato sin haber sido despedido por deslealtad, lo cual es literalmente increíble, pero es que ahora se sabe que cuando ocurrieron los hechos Ana Mato y su marido estaban en régimen de gananciales: ¿a qué espera Ana Mato para marcharse, o a qué esperan para pedirle que dimita y se dedique a la vida privada, y a trabajar en algo en que pueda demostrar sus múltiples cualidades sin vivir sometida a sospecha?