Creo que hay que felicitarse de que el gobernador del Banco de España, Luis María Linde, haya sido capaz de imponer el criterio razonable de que un banquero condenado no pueda estar al frente de la entidad. Sin que sea fácil saber cuál sea la verdad del caso, lo que parece evidente es que la condena penal por un delito especialmente grave debiera inhabilitar para el ejercicio de las funciones de banquero, que se supone se basan en la honorabilidad, la confianza y el respeto a la ley. Ha sido así y hay que celebrarlo y felicitar a quienes han tenido el valor de actuar conforme a la moral y al buen sentido, y no como siempre.