En política, como en todo negocio práctico, se da muy frecuentemente la situación que describía lord Mansfield al aconsejar a un gobernador no versado en leyes: tu juicio será correcto, si piensas detenidamente en el asunto, pero si tratas de explicarlo, es muy fácil que tus razones no lo sean. Este temor a liarla con las explicaciones está detrás de la tendencia al mutismo de los gobiernos, pero es ligeramente incompatible con la democracia que consiste en explicar, en debatir, en tratar de convencer. En España solemos olvidarnos y queremos reducir la democracia a un mero título legitimador del que manda y cree no estar obligado a dar explicaciones.
Escoger entre cien
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