Las tonterías no solo se propagan con inusitada rapidez, sino que tienen una vida muy larga. Me fijaré en algunas de las que se relacionan con el tráfico automovilístico, por ejemplo, la supuesta correlación entre mayor velocidad y número de muertes. Esta simpleza se apoya en la falta de capacidad para analizar las relaciones funcionales de más de una variable y la enorme aptitud para olvidar la diferencia que existe entre lo que se cree y lo que se puede probar y calcular. Es obvio que coches inmóviles no chocan, pero no, mientras no se hagan análisis finos que no se hacen, que los accidentes y las muertes dependan directamente de la velocidad de los vehículos implicados. ¡Velocidad, cuantas tonterías se repiten en tu nombre! Otra. Se dice que aumentan las ventas de coches usados, especialmente en relación con la de coches nuevos, y, en tono más o menos lastimero, se comenta que el envejecimiento del parque incrementa los riesgos de accidente (sobre todo, supongo, si se corre mucho), pero no se da el dato de que la siniestralidad está disminuyendo, pese a ello. Son otros los factores, pero como no conviene, o se es suficientemente tonto, no se mencionan.
Es poco corriente relacionar lo que se dice con las más elementales evidencias, así, por poner un ejemplo muy distinto, el presidente del Congreso, más viejo que Aznar y que lleva en política desde que Aznar iba al colegio, ha dicho que el pasado se va para no volver: debe ser por eso que él evita el paso del tiempo.