Creo que era Burke quien consideraba que la política es la más noble de las actividades humanas, pero no se fíen de mi memoria y mi escaso conocimiento del pensador británico. Es claro, sin embargo, que también puede ser lo peor, y esa es la imagen que predomina aquí y ahora. Para darles qué pensar me remitiré a tres ideas clásicas, o no tanto, que me gustan, unas más que otras. La primera es de don Antonio Maura, y dice que en política se pueden corregir los desaciertos y enmendar los errores, pero nunca se recobran las oportunidades. Tenemos que saber leer el momento, digo yo, porque no pasará dos veces. Otra es de Ortega y se refiere, en cierto modo a lo contrario, al oportunismo, al vivir al día, olvidándose de lo esencial: dice el filósofo español, «en política, «vivir al día» es casi inevitablemente morir al atardecer, como las moscas efímeras». Siempre he creído que vivir pendiente de la imagen, que es muy tornadiza, tiene este coste tan melancólico. Por último, una de Miguel de Espinosa, un autor cuya prosa admirable me ha recordado la lectura del libro de Alfonso de la Vega (En las orillas del Ser) que el autor tuvo la gentileza de regalarme en Oviedo, el pasado sábado, tras la presentación de Vox. Dice el gran Espinosa que la política es la simpatía del poder hacia sí mismo, una definición cínica hecha en pleno letargo del franquismo, pero que, por desgracia, sigue teniendo vigencia. No está mal que los que nos dedicamos a estas cosas pensemos en lo que piensan los que nos ven y nos juzgan, la gente, y los pensadores que dicen la verdad sin temor…, porque suelen coincidir.