Vergüenza

Uno de los mayores embustes de la política entendida como mera gestión es que pretende marginar por completo los sentimientos que son tan motor de la acción, al menos, como las mejores razones. El ejemplo más fácil de reconocer es el del olvido del patriotismo, nunca se nos recuerda que tenemos obligaciones con la patria, con nuestros hermanos, sólo se nos dice que tenemos derechos y que el Estado nos los va a garantizar y eso, además de ser falso, desmoviliza completamente a los ciudadanos que pasan a esperarlo todo de los demás, en lugar de luchar por sí mismos, por ellos y para ayudar a todos, en especial a quienes más lo merezcan y más lo necesiten.
Otra cosa que se nos oculta es que vivimos de prestado, que somos irresponsables porque gastamos lo que no tenemos. A comienzos de 2009, el sector privado tenía una deuda insoportable, pero, el esfuerzo de todos, ha conseguido reducir la deuda privada en cerca de 380.000 millones de euros, casi un 40 por ciento del PIB de 2013. El sector público, por el contrario, ha incrementado su deuda en  unos 557.000 millones de euros, bastante más del 50 por ciento. A mi esto me da vergüenza, no quiero seguir contribuyendo a que, como españoles, vivamos a costa del ahorro de otros, de los finlandeses, los alemanes o los belgas. No solo me da vergüenza sino que me da miedo porque nos llevará, indefectiblemente, a la ruina colectiva. ¿Por qué sucede esto? Porque tanto Zapatero como Rayoy y Montoro son hábiles mintiendo. Lo que ya no entiendo bien es que los españoles que votaron al PP para acabar con  las políticas de ZP no se den cuenta de que no pueden seguir apoyando a quienes siguen haciendo lo mismo: por esto me fui del PP, porque me daba vergüenza contribuir a ese engaño miserable y aplaudir a quienes me proponen que los españoles sigan viviendo del engaño y gastando lo que no tienen. Por eso estoy en VOX.