No sé bien lo que está ocurriendo en torno a la medicación de la hepatitis C, y prometo enterarme, de manera que haré un comentario, únicamente, en torno a ciertas características de la protesta que la hacen sospechosa, al menos en la intención de quienes la mueven, que siempre hay alguien al teléfono.
Se nos dice que muere mucha gente y a un ritmo muy alto, pero no se nos dice cuánta moría antes y a qué ritmo. Se nos dice que una multinacional trata de especular, pero no se nos dice lo que esa empresa haya podido invertir y por qué razones otras empresas más solidarias y guays no han conseguido obtener la vacuna. Se nos dice que han de controlarse los precios, que es una receta que siempre vale para los demás, y, por último, no se nos dice qué cosas habría que dejar de pagar para facilitar lo que se nos propone, y claro es, lo que hay detrás de esta doctrina económica tan complaciente es aquello de que el dinero público es inagotable y no hay que pagar las deudas. En fin, que es claro que nada de esto tiene que ver con la hepatitis, aunque, insisto, no conozco el fondo del problema y no excluyo que la administración sanitaria no haya estado fina, que es lo corriente.
La «vuelta» de los PCs
La «vuelta» de los PCs