Ha muerto Jorge Wagensberg, un tipo extraordinariamente lúcido y divertido, gran divulgador y promotor de alguna de las más brillantes y útiles ideas en el mundo de la edición y de los museos.
Tuve la suerte de conocerle, hace ya muchos años, y de gozar de su compañía, siempre divertida y estimulante. No pensábamos lo mismo casi en nada, pero compartí con él el gusto por la ciencia, la inteligencia y la amistad.
Descanse en paz, y que el Dios de los filósofos y librepensadores le permita enterarse de cuanto quiso saber sin poder lograrlo.