Los periódicos y las televisiones nos han dado abundante información sobre el icónico físico y, como (casi) siempre pasa con los difuntos, las loas han sido abundantes, intensas y, en una buena mayoría, aunque seguramente muy bien intencionadas, han cumplido, a la perfección, lo que decía Chesterton sobre el periodismo, a saber, que el periodismo consiste, sobre todo, en hablar de la muerte de Lord Jones al público que previamente no sabía que Lord Jones estuviera vivo. En este caso, sí que el público sabía que Hawking estaba vivo, y, sobre todo era capaz de reconocerlo en cualquier fotografía, pero me temo que lo que el publico ignora, y yo también, es el significado preciso del trabajo científico del autor. Lo que voy a decir es un poco canalla, o, mejor, puede tomarse como tal, pues no pretendo ofender a nadie, pero me temo que la fama del difunto tiene mucho más que ver con su deplorable y espantosa enfermedad que con el hecho de que se haya entendido ampliamente su posición sobre lo que fuere.
No es que su aspecto le haya dado la fama, lo que le ha dado la fama es que miles de periodistas hayan actuado, en realidad, como si fuese una noticia extraordinaria que una persona con esa enfermedad pueda ser un sabio. Ha sido ese prejuicio, seguramente inconsciente como ocurre con frecuencia, lo que ha puesto el foco en su vida, y lo demás ha venido rodado, entre otras cosas porque a la ciencia como institución le viene bien que se ocupen de sus cosas, aunque sea para hablar bien. Es decir que, de ser verdad lo que sugiero, esos medios que le han convertido en una celebridad, supuestamente por sus brillantes aportaciones a la cosmología, no le habrían prestado el menor caso de tener un aspecto medianamente sano o normal, aunque tal como esta el patio hay que cuidarse mucho de emplear esta clase de adjetivos, de forma que, me parece que nos engañaremos si damos en suponer que ha sido su extraordinaria calidad como científico, en el caso de que eso sea así, que no tengo razones para ponerlo en duda, lo que ha hecho que millones y millones de seres humanos se hayan enterado de los pormenores de su vida, de algunas de las cosas que pensaba, y, finalmente, de su muerte.
¿Es esto, si es que es así, algo malo? Más bien, yo diría, que es algo difícil de evitar, pero me sirve para llamar la atención sobre el paradójico efecto que pueden tener los tópicos, los prejuicios, sobre la manera tan artera con que muchas veces se ocultan.
A propósito de un tema muy distinto, algunos han hablado de que la triple condición de mujer, negra y sudamericana (inmigrante) de la persona que ha resultado ser responsable confesa del asesinato de un niño (un suceso que ha conmovido a media España durante días), podría ser la causa de la especial inquina que parece haber despertado su figura y de las iras populares que ha suscitado. Es una especie de caso Hawking al revés: el científico que se supone famoso por lo que sabe, cuando muy probablemente lo haya sido por razones muy distintas, y la sospechosa a la que habría que tener cuidado en atribuir un crimen, dada su pertenencia a clases sobre las que existe, sin duda, un buen cúmulo de prejuicios, puesto que los hechos puestos en evidencia, finalmente, nos han permitido llamarla bruja sin que se nos considere racistas ni inquisidores.
No existiría esta clase de problemas y de posibles equívocos si, de manera habitual, fuésemos capaces de sobreponernos a la fuerza emocional de las imágenes y de las noticias, de manera que pudiésemos valorar, lo que desde luego no está al alcance de las multitudes, el valor científico de Hawking con criterios apropiados, y también, aunque creo que es más fácil, de tener cuidado para no exacerbar los ánimos ante el sospechoso de un crimen, si bien de esto suele ocuparse, y muy acertadamente, la Guardia Civil. Ante lo de Hawking, sin embargo, estamos bastante inermes, y eso es una muestra más de un problema bastante grave, a saber, que la financiación de la ciencia, que es muy costosa, depende de decisiones que están, en muy buena medida, en las manos de personas que no la entienden en absoluto.