Los del PP debieran enterarse de que un partido sin debates, sin censo fiable y sin ideas políticas no es un partido, y España no se puede seguir permitiendo tener un partido que no es democrático, en el que los de arriba eligen a los de abajo, y que no sabe abandonar la tentación autoritaria de la derecha para abrirse al deseo liberal de sus electores. Eso pudo funcionar y tal vez fuera útil en su momento para consolidar un sistema constitucional, pero ahora mismo es completamente incapaz de articular esa mayoría política a la que tiene derecho el centro derecha. Hace falta un partido que se renueve, que se abra, que piense, debata e ilusione, un partido plural capaz de representar a la sociedad española, de liderarla. Sin eso es imposible ganar elecciones, pero es que, además, no merecería la pena. Más partido, más libertad, más valor para mirar de frente a los problemas, y a los españoles. Si Pablo Casado se atreviera a decir verdades tan de fondo, tendría alguna posibilidad de hacerlas viables y, en el caso de perder, se habría ganado el derecho a liderar a todos los que, y son millones, piensan de esa manera, pero si apuesta por su «carrera» se quedará en nada.