La canción del verano

No me tomen muy en serio, pero me temo que este verano se ha quedado sin canción. Tampoco sé si es la primera vez, pero me parece que el género ha fenecido. No es que hayamos mejorado mucho nuestro nivel musical, lo que serviría para explicar el caso; no, lo que ha pasado es que ya nadie escucha los 40 principales, si es que siguen existiendo, ni compra discos, ni escucha música por la FM. Ahora es el I Pod, Spotify y otras cosas así. La música se oye de otra manera y, por tanto, se crea y se distribuye de otros modos. La gente, sin embargo, no deja de escuchar música; me parece que, de hecho, se escucha más música que nunca. Es muy corriente ver personas usando uno de los múltiples reproductores de MP3.

Ahora está empezando a pasar con la lectura lo que ha ocurrido con la música y la gran cuestión es si se van a repetir los mismos errores que han cometido las editoras musicales, o se van a evitar algunos muy obvios. En este ámbito, se anuncia que a finales de año se producirá en España la eclosión de los dispositivos de lectura basados en la tecnología de tinta electrónica. Yo ya hace dos años que gozo de uno de ellos, y me parece el aparato más útil y rentable que me haya comprado nunca, tal vez salvo el PC con que escribo. Sony acaba de anunciar que sacará un e-reader más barato y es fácil que lo distribuya en España, donde El Corte Inglés ha puesto a la venta un e-reader de fabricación propia. Se trata de aparatos que permiten leer sin ninguna de las molestias que producen las pantallas de ordenador (el texto no titila, y se ve sobre un fondo opaco, exactamente como ocurre con la lectura en papel), que además son extraordinariamente ligeros y pueden ser cargaos y descargados de miles de libros diferentes. Nadie sabe cuál va a ser el final de toda esta historia, pero yo apostaría por unos efectos aún más contundentes que los que se han experimentado en el mundo de la música. Los best-sellers y los clásicos tendrán que adaptarse, porque aquí también se a acaba la canción del verano.