La lección de Suárez

Cuando parece que Adolfo Suárez está a punto de dejar este mundo creo obligado subrayar cuál fue su verdadera lección: que la democracia y España estaban por encima de sus intereses propios, del legítimo interés de su partido, de la UCD, en mantener el poder y en gobernar conforme a sus criterios. Se trata de una lección moral de importancia capital en una sociedad poco acostumbrada a la democracia. Ojalá la aprendamos, también en VOX. Siempre se tiene derecho a discrepar, pero nunca hay que perder de vista lo que es verdaderamente importante, la democracia misma y España. 
Espero que el ejemplo de Suárez y su capacidad de sacrificio sean un estímulo para la generosidad y la grandeza de los españoles de ahora y del futuro.

El recuerdo de Suárez






Hoy, precisamente cuando se cumplen los treinta años de aquel suceso lamentable que conocemos como 23-F, y en el que Adolfo Suárez, presidente dimisionario, se comportó con enorme dignidad, he empezado a leer un libro, que espero dará mucho que hablar, sobre quien es ya uno de los personajes históricos decisivos en los finales del siglo XX de España. Me refiero a Adolfo Suárez. Biografía política, cuyo autor es Juan Francisco Fuentes, un joven y prestigioso catedrático de la Universidad Complutense. El libro, del que ya he leído sin poder detenerme sus dos primeros capítulos, parece excelente, un ensayo de interpretación rigurosa hecho desde la más rotunda imparcialidad, como siempre debería hacerse la buena historia académica, aunque casi nunca sea así exactamente. 

Decía Isaiah Berlin que el historiador debe de tener algo de la capacidad del novelista para penetrar a fondo en los fenómenos que estudia, y eso es especialmente decisivo cuando lo que se estudia es, sobre todo, una figura humana, un ser tan singular y encantador como lo fue Adolfo Suárez para los que tuvimos el placer de tratarle más o menos de cerca. Claro que el libro no es, ni podía ser, una mera biografía sino que, como es obvio, pretende introducir luz y novedad en el entendimiento de un proceso tan complejo como el de la Transición del que Suárez fue protagonista principal. 
Habrá oportunidad de volver a hablar de este libro que pienso leer con toda la calma y la prisa que pueda, pero me parece un buen síntoma que se pueda ir introduciendo claridad e inteligencia en lo que, a veces, parecía reducido a pasto del mero sectarismo, al ejercicio de formas de simplificación tan interesadas como necias.