Para comprender lo del coche eléctrico o la historia de una ambición

Contra quienes sostienen que nuestro gobierno es un improvisador carente de principios y estrategia, defenderé una vez más las profundas ideas en que se sustentan sus políticas. Para empezar este gobierno está convencido de que su pensamiento recoge las fórmulas más avanzadas que ha producido el pensamiento político; persuadido como está de defender evidencias, aunque difíciles para los que están cegados por su egoísmo y por prejuicios, de clase, o de otro tipo, no ha tenido el más mínimo temor a poner en práctica sus visiones. El último ejemplo es el plan estratégico para la promoción del coche eléctrico.
Esta brillantísima iniciativa debiera analizarse en dos planos complementarios. En primer lugar, desde un punto de vista histórico. Sus antecedentes son, sin duda, gloriosos y ejemplares. Este gobierno sabe imitar lo mejor, no les quepa duda, sin preocuparse de la condición del que lo propone. Un primer antecedente pudiéramos verlo en la importancia de la utilización política de la tecnología que fue advertida por Orwell. Como recordarán mis lectores, Orwell dejó constancia, en 1984, de que el partido se atribuía la invención del helicóptero, sin duda para impresionar favorablemente a sus, digamos, adeptos. Aquí no se trata de una mera atribución, sino de un acto de valentía: ponerse al frente de la invención.
Un segundo antecedente, muy valioso también por el coraje que muestran, al no importarles lo que pudieran decir comentarista maliciosos, es el empeño de Franco, ya saben, en promover el motor de agua, una iniciativa tecnológica un tanto más primitiva pero igualmente atrevida y ecológica, aunque en la época no supieran ver este aspecto del asunto, y que desde luego, trataba de atacar directamente a la tremenda dependencia del petróleo en la España del 600.
Como se ve, pues, los antecedentes son tremendamente atractivos. Pero hay más. Hay en la medida del gobierno un grado de audacia realmente inusual en las medidas de los políticos, siempre pendientes del qué dirán. Hay que ser muy valiente para meterse de hoz y coz en los vericuetos de una innovación tecnológica tan altamente competitiva. Resulta que lo que no acaban de ver claro ni los coreanos, ni los japoneses, ni los alemanes, ni los americanos, que algo saben del negocio de los coches, lo ven con entera nitidez esa pareja feliz de Zapatero & Sebastian. Realmente admirable. ¡Por fin abandonamos el ¡qué inventen ellos! para atrevernos a innovar y a ser pioneros.
El gobierno no ha perdido el tiempo discutiendo en el Parlamento un plan tan ambicioso, para cortar así de raíz las presumibles y antipatrióticas críticas de una oposición carente de imaginación y aferrada a los viejos principios del machismo tecnológico, por llamarlo de algún modo y para entendernos. Es verdad que hay el riesgo de que las subvenciones vayan a parar a los que están más acostumbrados a recibirlas, a ese coro de emprendedores ejemplares que ayer rodearon a la pareja feliz. El Gobierno no ha tenido miedo, una vez más, tal como ha puesto de manifiesto Carlos Sánchez, de realizar un nuevo ejercicio de solidaridad a su manera, de distribuir el dinero de todos entre quienes saben ganárselo. Lo dicho, imaginación, ambición, modernidad, y reparto solidario e inteligente de los bienes públicos. ¡Y luego dicen que el pescado es caro!
Como este gobierno no tiene miedo a meterse donde no le llaman, el país está cada vez más entregado, digan lo que digan las encuestas.