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El safari de Madrid
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Una extraña peculiaridad de nuestra economía ha hecho que las viviendas se hayan convertido en bienes especulativos. Uno pensaría que las viviendas son para vivir, pero resulta que no ha sido así. Los alrededores de Madrid están repletos de urbanizaciones vacías, de chalets sin dueño probable en kilómetros a la redonda. Cuando se contemplan estos fenómenos, uno tiende a pensar que el negocio debía estar en otra parte, porque este cáncer no resulta explicable atendiendo a consideraciones de censo, ni al análisis preciso de la demanda. Parece haber sido una especie de Madoff al revés, un negocio en el que algunos promotores pensaban ganar dinero vendiendo bienes que otros comprarían para ganar más, pero es obvio que ese proceso no puede ser infinito. El caso es que, por fas o por nefas, sobran millones de viviendas, y, como es lógico, el precio empieza a bajar de manera decidida, tirando por los suelos el cuento de la buena pipa. A resultas de este ataque de realismo, ya ha habido una Caja intervenida y no es del todo antipatriótico pensar que acaso pueda haber más, y eso, aunque se consiga que los precios no se despeñen.
Los alrededores de Barcelona siempre han sido más densos que los de Madrid, de manera que seguramente no estarán tan llenos de urbanizaciones al pairo. De cualquier manera, la vivienda baja también en Barcelona. Es curioso que una de las grandes diferencias entre estas ciudades haya sido, precisamente, la buena calidad y el empaque de las viviendas y edificios del centro de la Ciudad Condal, en comparación con el predominio de un tipo de vivienda poco ilustre en zonas similares de Madrid. Barcelona ha sido mejor ciudad burguesa que Madrid, aunque tal vez no ha sabido ser tan cuidadosa con sus barrios bajos. Eran, sin duda, otros tiempos en los que la vivienda era para vivir y las alegrías financieras recaían en otra clase de bienes, probablemente más apropiados. Ahora hay que volver a pensar de otra manera, a averiguar en qué podemos invertir nuestros ahorros de manera más productiva.
[Publicado en Gaceta de los negocios]
Los madridistas, que son mayoría entre los madrileños, aunque Teruel también existe, desearían que un titular como este pudiera referirse al fútbol, pero eso resulta pero que muy improbable, al menos hoy por hoy. No se trata de fútbol, sino de deuda, y ahí las cosas son así de claras. Gallardón ha llevado la deuda madrileña a las cotas más altas que imaginarse pueda, hasta el punto de que ha dejado cortos a sus rivales socialistas, siempre tan competentes en esta clase de desaguisados. Ha superado con creces, incluso, la barrera que le había propuesto el muy flexible Solbes, de manera que, con un caso tan nítido, el PSOE estará en condiciones de echar la culpa a Rajoy, que suele llevarse esta clase de bofetadas propiciadas por el entusiasmo de sus más fieles, del crecimiento del déficit público. Según informa Carlos Sánchez en elconfidencial.com, de acuerdo con las cifras del Banco de España, el ayuntamiento de Madrid debía al finalizar el tercer trimestre del año pasado, 6.496 millones de euros, lo que supone un 400% de la cifra existente al comienzo del mandato de Gallardón y que está a punto de alcanzar la supercifre de 8.000 millones, casi tres mil euros por madrileño. Quizá no sea mucho si se tiene en cuenta que Gallardón aún no ha estropeado del todo la calle Serrano, aunque está en ello, ni ha puesto patas arriba el Paseo del Prado, que es uno de sus próximos proyectos.
Creo que una de las ventajas que Barcelona ha tenido siempre sobre Madrid ha sido la mayor categoría de sus alcaldes, seguramente porque para un barcelonés llegar a la plaza de Sant Jaume era una de sus mayores aspiraciones, mientras que los políticos madrileños han actuado siempre como si ser alcalde de la capital fuese un destino de segunda. Lo malo es que Gallardón quiere ser el líder del PP y está decidido a romper esa tradición poco brillante a base de gastar pasta y que lo pague el que venga. Visto que oponerse a ZP no funciona, piensa dejar en ridículo las cifras de déficit del PSOE.
[publicado en Gaceta de los negocios]