Frankestein 04155


Parece que las víctimas del accidente del Alvia no cejan, gracias a Dios y a su perseverancia, tratando de aclarar lo que ocurrió en la curva santiaguesa, lo que realmente mató a tantas decenas de españoles y dejó mal heridos a centenares más. Los poderes, como siempre, por desgracia, insisten en que la culpa es del maquinista, pero la cosa es mucho más compleja. Lo importante es que ese tren es un Frankestein ferroviario, como sotto voce lo llamaban los ingenieros de Renfe, puesto supuestamente a punto por las prisas políticas del Ministro de turno, y que no parece que estuviese debidamente homologado para circular, puesto que, como se ha visto, no tenía las condiciones exigibles para poder frenar en alta velocidad, es decir que parece admisible que un tren pueda llegar a salirse de la vía ante una frenada excesiva, pero lo que no podría pasar nunca, y pasó, es que las locomotoras traseras, que en este desdichado caso eran dos, una diesel y otra eléctrica, empujasen salvajemente al convoy, lanzando algunos vagones a decenas de metros de altura, precisamente por no obedecer adecuadamente las órdenes de freno de las dos locomotoras delanteras,   por no tener un sistema de frenado decente.