Que se vacunen los demás

Un amigo mío tenía un tío médico que, en los años cincuenta,  ante las campañas de vacunación por la amenaza del tifus, siempre decía «que se vacunen los demás». La recomendación, aunque cínica, es correcta, porque, si todo el mundo se vacuna, uno puede prescindir de la medida, ya que un anillo de seguridad le estará rodeando, pero, en fin, traigo aquí el lema como ejemplo de cara dura y de cinismo, no como estrategia de prevención correcta. Me he acordado de su dicho al ver que el Gobierno ha reconocido que lleva gastados en lo que va de 2013, el 8% más en asesores que en todo el 2012. Es increíble que un Gobierno que predica la austeridad y recorta de manera brutal los magros presupuestos de investigación, por poner un solo ejemplo, se permita estas alegrías, una aplicación muy clara del lema cínico: ¡que recorten otros! A Rajoy le basta y le sobra con Arriola y con su capacidad de decir lo contrario de lo que dijo, no creo que necesite de y tanta gente para esas fechorías. 
Por cierto que Faes ha recordado, con motivo del décimo aniversario de su revista,  el primer artículo de su Cuadernos de Pensamiento Político, que era de Rajoy, lo recuerdo bien porque fundé esa revista y dirigí su primer número, y no se puede leer el artículo sin frotarse los ojos al comprobar la diferencia abismal entre lo que dijo entonces, cuando fue designado por Aznar y refrendado por los órganos del PP, y lo que dice y, sobre todo, hace ahora. Pero lo de que se tire el dinero en pagar esa nómina de enchufados perfectamente inútiles,  267 asesores sólo en la Moncloa (Suárez tuvo menos de una decena), clama al cielo, como el resto de incumplimientos y traiciones de Rajoy a su programa electoral que era el programa del PP.  
Lo de El Mundo

A punto y medio del PSOE, que baja

Otro mérito incuestionable de Rajoy es haber colocado al PP a punto y medio de ventaja respecto al PSOE, lanzado hacia abajo y dirigido por Rubalcaba. Los oficiosos le echarán la culpa a la crisis, cuando, en todo caso, habría que referirse a la falta de soluciones frente a la crisis, más que a la crisis misma. El estado del PP es terminal, de encefalograma plano: que en la Junta Directiva nacional, máximo órgano entre Congresos, nadie haya tenido nada que decir, muestra que, como vengo afirmando hace mucho tiempo, el PP parece el protagonista de la obra de Jardiel, los habitantes de la casa deshabitada. Como esto, con todas sus limitaciones, es una democracia, la cosa no se quedará así, empeorará, pero habrá que arreglarla. 
Facebook y el barroco