La tecnología ha secuestrado, casi, la idea de novedad, los valores del cambio, pero, en realidad, los cambios de mayor importancia son los que vivimos, los que afectan a lo más sustancial, aunque con frecuencia no sepamos verlos. La vida suele consistir en una costumbre, pero es la fuente más rica y poderosa de renovación, la vida colectiva también. A lo que voy, en España y a día de hoy, existe una poderosa demanda de renovación, un deseo sojuzgado por las normas y las instituciones que imponen la continuidad bajo capa de una perfección que está lejos de ser reconocida y respetada. Unas demandas son más fuertes que otras, pero tanto el secesionismo catalán como la incesante aparición de movimientos cívicos son una buena muestra de que algo ha envejecido y necesita renovarse. Puede que triunfen los de aquí no pasa nada, nosotros tenemos razón, yo y el tiempo contra todos, pero también puede que vivan el fracaso más grave de la historia.
Innovar no siempre basta
Innovar no siempre basta