Sobre Libranda

Un importante grupo de editores españoles ha creado Libranda una editora de libros digitales que nace para publicar versiones digitales de libros ya editados en papel, y para abastecer el mercado, que va siendo ya importante, de dispositivos lectores de distintos tipos. Este planteamiento es típico de quienes piensan que la edición digital debiera limitarse a ser un segundo aprovechamiento de sus fondos, digamos, de verdad, en lugar de ser un negocio nuevo lleno de posibilidades. Lo que ocurre es que muchos grandes editores sienten a la vez pereza y miedo a lanzarse a descubrir lo nuevo, creyendo que cuando otros lo descubran ellos le sacarán al verdadero provecho, pero las cosas tal vez no vayan a ser así.
Su fondo será de inicial de alrededor de 2.000 títulos. El proyecto, para ser de editores grandes es de tamaño ridículo (en España se editan anualmente más de 100.000 títulos). La plataforma no venderá directamente al público, ya que su intención es respetar «la cadena de valor del libro promoviendo la labor cultural de los autores y agentes, de las editoriales y de las tiendas en internet». Los libros se comprarán a través de las páginas web de las grandes cadenas de librerías (El Corte Inglés, Casa del Libro y FNAC, entre ellas), de tiendas especializadas en venta de libros electrónicos y de una decena de librerías de toda España. Esta cifra irá aumentando en las próximas semanas porque ya hay más de 70 establecimientos interesados. Libranda pretende ignorar que la tratar de forzar el mantenimiento de la librería tradicional es un empeño bastante absurdo (especialmente para vender e-books), pero esta táctica del avestruz no suele dar buenos resultados.
Los libros de Libranda serán entre un 20 y un 30 por ciento más baratos que en papel, es decir muy caros, renunciando así a la expectativa más sugeridora de la edición digital, a saber, que el precio barato disuada de la copia (como ningún particular ha fotocopiado nunca un periódico, ni una novela). Las ediciones digitales deberían ser mucho más baratas, porque eso es lo que reclama una tremenda disminución de costes, la idea del long tail, y el beneficio basado en obras de venta muy continuada y en un mercado enorme y, en cierto modo, único.
En Libranda creen que el papel y el e book convivirán pacíficamente durante mucho tiempo. Yo más bien creo que desean que así sea, pero no me parece que vaya a ser el caso (aunque siempre se puede discutir qué es mucho).La única ventaja que le veo a Libranda es que presionará para que el IVA de libros digitales sea también del 4%, como el de los libros de papel. Libranda dice que contará con unas medidas de seguridad «importantes» y las descargas de cada título sólo se podrán hacer en doce dispositivos, seis de ellos fijos y otros seis móviles. Yo creo que esto es un error de libro (de papel o digital, me da igual).
En definitiva, Libranda es un empeño de los grandes editores españoles para mantener el negocio en su estructura actual, lo que es un error de miopía. Se trata de un objetivo que no podrán alcanzar, aunque les interese estirarlo cuanto puedan.

De nuevo sobre el ISBN

Cuando se publica una edición digital de una obra cualquiera, las burocracias, siempre tan imaginativas, han resuelto que debe llevar un ISBN, si es que quiere ser un libro. Lo curioso es que ese ISBN debe ser distinto para la edición digital que para la edición impresa, es decir que para los burócratas, un libro digital, y esa misma obra en papel, son libros distintos.

Está claro que el concepto de libro de los rectores del ISBN es bastante absurdo. ¿Qué diferencias hay entre una versión digital de Marinero en tierra, por ejemplo, y cualquier edición en papel de ese poema de Alberti? Ninguna, si nos atenemos a lo que el poema es, un ciento, si consideramos que un libro es un fajo de papeles con manchas de tinta; ahora bien, si así fuese, si un libro se redujese a ser un objeto físico, deberíamos caer en la cuenta de que ningún ISBN nos garantiza la identidad de su contenido, pues son infinitas las circunstancias y las erratas que pueden alterarlo.

Lo que resulta decisivo en un libro es aquello que dice, no el formato con el que pueda leerse. Eso favorecería que, en las actuales circunstancias, en plena era digital, fuésemos cayendo en la cuenta de que el ISBN, o cualquier otro marbete alfanumérico que lo pueda sustituir, lo que realmente hace es señalar una obra original, una identidad lógica, y que esa obra distinta a cualquier otra, pueda ser leída de formas distintas, en papel y en pantalla, por ejemplo, para nada afecta, como tal, a su mismidad; que el ISBN de un libro digital sea distinto del correspondiente a esa misma obra es, simplemente, un disparate fruto de una confusión. En realidad las ediciones digitales no necesitarían para nada un ISBN, pero puestos a dárselo, lo lógico es que lo hubiesen compartido con sus análogos de papel.

La Iliada e internet

Permítaseme contar una anécdota personal para ilustrar un caso que me parece muy general. En esta mañana en la que escribo, he tenido la necesidad de comprobar un dato en la Iliada y, como es lógico, y puesto que no soy especialista en textos griegos, la red me ha brindado numerosas oportunidades de hacerlo. Luego, he sentido el deseo de leer de nuevo este texto realmente primordial y, aunque tengo una estupenda edición española de la Biblioteca clásica Gredos, con traducción de Eduardo Crespo Güemes, cuando he ido a echarle el ojo encima me he encontrado con que la tipografía es de un tamaño muy pequeña y, aunque, a Dios gracias, gozo todavía de una vista razonablemente buena, la lectura se me hacía penosa. Por otra parte, pensaba leer este texto homérico a ratos, por puro placer, y el volumen de Grados no es precisamente de un tamaño aconsejable para llevarlo encima. Me puse a buscar entonces ediciones digitales, para poder leerlas en mi e-reader de tinta de imprenta, lo que me permitiría, entre otras cosas, escoger el tamaño de letra, y aquí fue el acabose. No es que no las haya, las hay a docenas, pero no he encontrado ninguna, me refiero al español, que me ofrezca unas mínimas garantías. ¿Cómo es que nadie hace esto? ¿Cómo es que no hay ya en la red ediciones fiables, en buenas condiciones y a precios realmente atractivos?

Supongo que es consecuencia de la forma que adoptan los procesos de evolución hasta que llegan a un punto de equilibrio. Cuando yo era niño, en mi aldea asturiana no había coches, ni carreteras por las que pudieran ir. Luego, poco a poco, empezaron a llegar unos y otras. Ahora es posible, incluso, que haya exceso de ambos, pero ya se puede ir casi a cualquier parte.

En la red, las cosas con Homero, y con tantos más, llevan un cierto retraso, pero seguro que todo se andará.

[Publicado en adiosgutenberg.com]