Nuestro ZP ha tenido muchos desencuentros con el exterior (por supuesto, según de qué exterior se trate), y, como sabemos, hace tiempo que decidió fabricarse uno a su medida, la Alianza de Civilizaciones, que no iba a ser cosa de poco o algo más o menos hispanoamericano que recordase al franquismo-felipismo. Como la cosa está siendo, de todos modos, algo delicuescente, la niña de Felipe y de el ex Bambi se ha propuesto explicársela a los militares, que son muy obedientes.
Habrá que ver el profesorado, pero seguro que se emplea a eminencias, porque no es fácil entender algunas de las sutilezas que se esconden detrás del magistral propósito de ZP. La cosa se le ocurrió, seguramente, cuando oyó que un americano había escrito sobre el conflicto de las susodichas, o cuando leyó un papel de algunos de sus mil asesores sobre situación del mundo para que no se pierda más de la cuenta. ZP ha demostrado que es un hacha en captar dónde se esconde los equívocos, esos errores que hacen que la vida deje de ser una maravilla según se mira desde la izquierda. Si hay quien habla de conflicto de civilizaciones, pues a defender lo contrario, porque todo el mundo sabe que la paz es el valor supremo. Hay un problema con el término elegido, sin embargo. Toda alianza es frente a algo y ZP ha propuesto algo así como un partido entre la selección mundial y el resto del mundo. Claro que esta clase de objeciones son calderilla en comparación con la grandeza del propósito y los militares sabrán escuchar con altura de miras.
Aunque ZP ya les ha explicado el caso a los islámicos (y a las tribus africanas de Moratinos) que, según ha dicho, son gente pacífica y de buen rollo, aunque tengan algunos problemillas con el feminismo y alguna otra cosita, es decir, que todavía no están maduros para lo de Aido, el gran momento es ahora con las explicaciones a los militares que se van a convertir en los centinelas de lo progre por donde quiera que vayan sin necesidad de llevar el clavel en el fusil. De este modo, los que no quieran ser bomberos, en la unidad de acción zapateril inmediata, podrán ser apóstoles del pacifismo, que falta nos hace. En adelante no solo serán ejemplo de dedicación, entrega y profesionalidad, según dice siempre la tele, sino que serán embajadores de la buena nueva zapaterina, que, a su vez, se convertirá en un detente-bala frente a los riesgos de las guerras que sigan haciendo los que no se enteren de lo de ZP.