La política no solo hace extraños compañeros de cama, sino que tuerce las evidencias, de hechos hace versiones, glorifica los diálogos de besugos en que usted me pregunta lo que quiere y yo le contesto lo que me da la gana, y es capaz de prorrogar al infinito la resolución de lo que parece inaplazable. La eternidad es el día a día cuando por medio hay vacaciones, y la esperanza en que el prometido bienestar creciente haga olvidar al público sus anhelos de limpieza.
Lo malo de las calendas griegas es que dependan de algún astrólogo incontrolado. Así, el gobierno y el grupo que le sigue disciplinadamente, han obtenido un aplazamiento de algo que podía parecer inminente y eso les ha sabido como agua en boca seca, pero no es fácil que se engañen sobre la naturaleza de los peligros que les acechan. Para empezar, es raro que una sesión como la de ayer no haya podido tener lugar, con mejores pronósticos, hace ya varias semanas. Esta resistencia a los controles, aunque se superen con éxito, es indicio de falta de confianza, de certeza en que hay que racionar las recursos de que se dispone para llegar a Ítaca, que no son excesivos.
La oposición fue incisiva, pero sin pasarse. Como no se olvida de la aritmética, era consciente de que Rajoy no iba a caer rendido y proyectó un cálculo de ataques que tal vez no haya sido demasiadamente inteligente. En lugar de buscar la yugular, sea por pacto, por cálculo o por piedad, se dedicó a una descalificación de fondo que pensaron les sería más rentable en el medio plazo. El razonamiento es muy simple: la pieza no puede cobrarse, pero podemos hacer daños estructurales y provocar un entusiasmo superficial y cegador en los equipos de apoyo que se vendrá abajo cuando se evalúen los daños en la retaguardia y los sistemas de provisiones, o sea, en el voto. El problema está en que en los estados mayores de Rajoy hay quien cree que se puede emular a Berlusconi, veinte años a la espera de sentencia, y justamente con los mismos procedimientos, justicia laberíntica, prensa controlada, unidad férrea y algo de simpatía, aunque esto último pueda resultar un poco más arduo.
Rajoy se marcha a descansar y todos harán lo propio, como si aquí no pasase nada. El frente contrario esperará también a que el publico esté más atento, así que quedan semanas de sosiego, pero después empezará de nuevo el pedrisco, las noticias judiciales, las encuestas, los nuevos testimonios, las preguntas más precisas, y tal vez la economía no acompañe o tal vez resulte insuficiente para capear el temporal. Los muros de la fortaleza se saben agrietados: la discusión es si la herida puede ser el broche o, más bien, la brecha por la que empiece a vaciarse el poder de que disfrutan.
La voz sirve para mandar
La voz sirve para mandar