La inauguración de Europeana ha sido un éxito, aunque no un éxito indescriptible. Ha tenido que cerrar por exceso de demanda. Qué pena. Con lo bien pensado que estaba todo y el público insolente lo ha echado abajo con sus prisas y sus malas maneras. Yo me malicio que la culpa ha sido de los españoles que han acudido presurosos a compensar con su presencia la escasez de documentos hispanos. En Francia seguro que ni se han molestado en entrar porque como tienen casi un sesenta por ciento del total (han pecado, como suelen, de modestos calculando el porcentaje) ya tendrán tiempo de recrearse con sus clásicos.
Bien pensado, quizá la causa esté en que se ha inaugurado Europeana sin el Quaero, ese buscador que iba a dejar al anglosajón y perverso Google en mantillas. Este tipo de renuncias son muy dolorosas para la cultura europea y además traen estos desajustes. A ver si aprenden los funcionarios galos a hacer las cosas con más calma y con el salero, la amabilidad y la amplitud de miras por los que son universalmente envidiados. Además, ya de paso, cuando funcione bien que la llamen con un nombre con más esprit porque esto de Europeana suena raro, la verdad.
En cualquier caso, gran día para los defensores de la cultura y los debeladores del mercado. Seguro que la lectura de estos documentos no tiene la clase de problemas (verticalidad y esas cosas) que afecta a los documentos de redes privadas y mercantiles. Y sin publicidad y con cargo a los impuestos, es decir, gratis: ¿se puede pedir más?