Tráfico y el doctor Montes

Asumo, para empezar, que mezclar dos cuestiones como las muertes por accidentes de tráfico y las teorías del Dr. Montes sobre el suicidio asistido puede parecer de mal gusto, al menos a algunos. Pido disculpas a esas conciencias exigentes por lo que yo mismo entiendo que puede ser excesivo, pero la actualidad manda, y es la actualidad la que ha puesto estas dos noticias en el mismo candelero estival. Me corrijo, no es solo la actualidad, que lo único que hace, al fin y al cabo, es dar lugar a una coincidencia, sino la política absolutamente ajena a cualquier respeto a la opinión ajena que suele practicar la izquierda actualmente en el poder. La izquierda no solo ocupa el poder del Gobierno, sino otros muchos poderes, pero, sobre todo, pretende reinar como monarca absoluto en el reino de la conciencia, asunto en el que no tienen la más mínima duda acerca de la superioridad de sus puntos de vista y, por tanto, sobre la necesidad de imponerlos, por las buenas o como sea. Sobran los ejemplos, pero, creo que se puede recordar el rapapolvo que Almodóvar le ha echado al Papa por lo que piensa que piensa el Pontífice acerca de la familia; pero volvamos a las noticias, y a las políticas, que relacionan al Dr. Montes y a los radares.

La primera noticia es que la guardia civil va a duplicar los controles de radar para evitar muertes en carretera. La segunda es que la UIMP ha encargado al Dr. Montes, cuyos credenciales académicos no son abrumadores, la dirección de un curso sobe eutanasia y suicidio asistido, para lo que, al parecer, y ante la ausencia de teoría, no le falta practica.

Pues resulta que ambas noticias están centradas en la muerte; en la muerte supuestamente causada por los excesos de velocidad, y en la muerte ciertamente causada por métodos de apariencia clínica. Es muy curioso que se nos quiera defender del riesgo de morir por exceso de velocidad en automóvil, sobre lo que según dicen hay amplísimas evidencias, entre otras la de que es muy difícil tener un accidente con el vehículo estacionado, mientras que nadie coloca un radar de advertencia, ante la certeza de que en determinadas unidades de cuidados paliativos se muere casi todo el que entra. Esto, al parecer, no puede establecerse, y ha de quedar como una rareza de la estadística.

En resumen, que puedes ir a la cárcel por circular a 200 por una autopista de peaje, mientras que, si se te ha ido la mano con la curva de defunciones, te pueden encargar que organices un curso, aunque imagino que sin prácticas.

La izquierda se considera impecable y buena parte de la derecha también lo cree (de la izquierda), de manera que a los de derechas resulta normal que se les pongan las esposas a las primeras de cambio: ya está bien de abusar de la presunción de inocencia.