Pese a la habilidad de Rubalcaba para decir lo que quiere sin que casi nada escape a su control, el candidato socialista ha cometido un desliz importante al hablar de ETA. En unas declaraciones destinadas a apuntarse cuantos méritos pueda haber tras el comunicado de la banda terrorista, Rubalcaba dijo textualmente que “ninguna organización terrorista se disuelve hasta que sabe qué va a pasar con sus presos”. Se trata de una afirmación extraordinariamente importante, tanto por lo que dice, como por lo que, en un descuido indudable, da a entender.
Vayamos primero a lo que Rubalcaba dice de manera expresa. La afirmación de que ninguna banda se disuelve sin saber qué destino se reserva a sus presos es, sencillamente, falsa. Cuando una banda terrorista es derrotada, la pauta que regula su comportamiento es la de “sálvese quien pueda”, y son numerosos los ejemplos que así lo acreditan, como, sin ir más lejos, el del GRAPO en España. Cuando una banda deja de ser viable, por las razones que fuere, la desbandada es lo que ocurre y de sus presos se ocupa, en todas partes y como es lógico, la Justicia. Solo cabe que la banda se ocupe de sus presos mientras siga existiendo, como es el caso de ETA, pero, además, no basta que la banda exista para que esa intención se convierta en algo efectivo, porque hace falta un elemento que, desgraciadamente, a veces se da, la complicidad del poder político legítimo para que la banda nominalmente disuelta pueda negociar el destino de sus presos, que para los terroristas no puede ser otro que la libertad.
En la situación que se ha producido a partir del reciente comunicado de ETA no hay ningún factor que nos lleve a pensar que la banda se haya disuelto, sino que es obvio, muy por el contrario, que está intentando entrar resueltamente en una nueva fase de su proyecto político sin renunciar a nada, tampoco a la violencia, aunque haya anunciado que en el futuro no cometerá atentados terroristas, anuncio que, en su caso, bien podría incumplir como lo ha hecho en otras ocasiones, la más reciente la del accidente de la T4.
Las declaraciones de Rubalcaba, de un aparente sentido común, dicen algo que él no querría decir, al menos de manera tan pronta y explícita; a Rubalcaba se le escapa que al hablar de disolución evita la palabra derrota, que es la única que podría hacernos hablar con sentido de una victoria sobre los terroristas. Lo dicho por Rubalcaba, es una de esas medias verdades tan de su gusto, como su afirmación de que “la policía no está para empeorar los conflictos”, que fue su coartada para tolerar la ocupación indefinida de la Puerta del Sol madrileña. Lo que dice ahora hace evidente que ha estado en una negociación con la banda, de ahí que conozca sus intenciones, que empiece por legitimar una política de excepción con el encarcelamiento de etarras, de la que dio excelentes ejemplos con el caso De Juana Chaos, y que se allane a las pretensiones de la banda, con tal de que deje de matar. Ahora bien, esto no supondría una derrota de ETA, sino, por el contrario, rendirse a su victoria, otorgarle cuanto siempre ha pretendido, bendecir su lucha, olvidarse de sus víctimas, maniatar a la Justicia, y dar por buenos sus objetivos.
Afortunadamente, una mayoría muy amplia de españoles, cerca del 70% no se creen las palabras de ETA, aunque un porcentaje alto de los votantes de Rubalcaba, menos de la mitad, en todo caso, estén dispuestos a una negociación que no haría otra cosa sino certificar el éxito político de ETA. Esto es lo que Rubalcaba no se atreve a decir con toda claridad porque teme el efecto demoledor que podría tener.
Los españoles hemos de pensar con serenidad en la situación creada. Rubalcaba nos invita a la rendición, no de ETA, sino de la democracia. No deberíamos hacerle caso. ETA pretende aprovechar los últimos momentos de debilidad del PSOE en el Gobierno y conseguir sus objetivos. ETA sabe muy bien que nada de lo que ahora pueda conseguir lo podría alcanzar con un nuevo Gobierno; ahora bien, este hecho puede interpretarse de otra manera muy distinta a la que le da Rubalcaba, que está defendiendo una gestión claudicante del Gobierno, pretendidamente culminada con un falso éxito.
El comunicado es algo que no había ocurrido nunca antes, como ha subrayado Rajoy, pero no significa otra cosa que la siguiente: ETA comprende que no puede seguir atentando porque está minada por la policía y porque desciende el número de quienes la apoyan. De aquí no hay que deducir lo que hace Rubalcaba, sino reforzar el cerco a ETA hasta lograr su efectiva disolución, hasta derrotarla, y entregar a todos sus miembros al poder judicial. Esto sí que sería una victoria de la democracia y es perfectamente posible, aunque pueda suponer algún riesgo, no distinto al que asumimos desde el momento mismo en que ETA hizo su primer atentado y no accedimos a sus pretensiones. Derrotar a ETA es perfectamente posible, pero no con Rubalcaba, ni, como se ha visto, con los socialistas.