Trampas en el solitario

En uno de sus recientes post de su blog Libros y bitios, José Antonio Millán (Las cifras de la piratería) se hacía eco de las notorias falsificaciones que el sector de la edición impresa trata de vender como información en lo que se refiere al llamado pirateo de ediciones digitales de libros. Es realmente lamentable que a la ceguera se le añada una no pequeña dosis de mala voluntad, que explica bastante bien, por cierto, una ceguera tan tonta.
La actitud de gran parte de las industrias de la edición impresa es comprensible, pero inexplicable y está causando un notorio mal al progreso del conocimiento y de la cultura. Mientras no se comprenda que la edición y la lectura digital es el futuro, que será la norma, y la lectura en papel lo marginal, no se pondrá las manos en resolver los problemas que ahora mismo sufre el mercado: confusión, precios demenciales, circulación de malos ersatzs de las obras de interés con nula calidad, ausencia de buenas ediciones etc. No sé lo que pueda durar este estado desastroso, pero sé que los responsables no saldrán de él de manera airosa.

Sobre Libranda

Un importante grupo de editores españoles ha creado Libranda una editora de libros digitales que nace para publicar versiones digitales de libros ya editados en papel, y para abastecer el mercado, que va siendo ya importante, de dispositivos lectores de distintos tipos. Este planteamiento es típico de quienes piensan que la edición digital debiera limitarse a ser un segundo aprovechamiento de sus fondos, digamos, de verdad, en lugar de ser un negocio nuevo lleno de posibilidades. Lo que ocurre es que muchos grandes editores sienten a la vez pereza y miedo a lanzarse a descubrir lo nuevo, creyendo que cuando otros lo descubran ellos le sacarán al verdadero provecho, pero las cosas tal vez no vayan a ser así.
Su fondo será de inicial de alrededor de 2.000 títulos. El proyecto, para ser de editores grandes es de tamaño ridículo (en España se editan anualmente más de 100.000 títulos). La plataforma no venderá directamente al público, ya que su intención es respetar «la cadena de valor del libro promoviendo la labor cultural de los autores y agentes, de las editoriales y de las tiendas en internet». Los libros se comprarán a través de las páginas web de las grandes cadenas de librerías (El Corte Inglés, Casa del Libro y FNAC, entre ellas), de tiendas especializadas en venta de libros electrónicos y de una decena de librerías de toda España. Esta cifra irá aumentando en las próximas semanas porque ya hay más de 70 establecimientos interesados. Libranda pretende ignorar que la tratar de forzar el mantenimiento de la librería tradicional es un empeño bastante absurdo (especialmente para vender e-books), pero esta táctica del avestruz no suele dar buenos resultados.
Los libros de Libranda serán entre un 20 y un 30 por ciento más baratos que en papel, es decir muy caros, renunciando así a la expectativa más sugeridora de la edición digital, a saber, que el precio barato disuada de la copia (como ningún particular ha fotocopiado nunca un periódico, ni una novela). Las ediciones digitales deberían ser mucho más baratas, porque eso es lo que reclama una tremenda disminución de costes, la idea del long tail, y el beneficio basado en obras de venta muy continuada y en un mercado enorme y, en cierto modo, único.
En Libranda creen que el papel y el e book convivirán pacíficamente durante mucho tiempo. Yo más bien creo que desean que así sea, pero no me parece que vaya a ser el caso (aunque siempre se puede discutir qué es mucho).La única ventaja que le veo a Libranda es que presionará para que el IVA de libros digitales sea también del 4%, como el de los libros de papel. Libranda dice que contará con unas medidas de seguridad «importantes» y las descargas de cada título sólo se podrán hacer en doce dispositivos, seis de ellos fijos y otros seis móviles. Yo creo que esto es un error de libro (de papel o digital, me da igual).
En definitiva, Libranda es un empeño de los grandes editores españoles para mantener el negocio en su estructura actual, lo que es un error de miopía. Se trata de un objetivo que no podrán alcanzar, aunque les interese estirarlo cuanto puedan.

El valor se mueve hacia lo escaso

Manuel González Villa me había advertido sobre el extraordinario texto de Mike Shatzkin en relación con el futuro de la edición, la lectura y el libro, un examen del futuro que todos los lectores de este blog debieran leer, en inglés o en español, mejor hoy que mañana. Coincido completamente con sus ideas, especialmente con la afirmación de que, en realidad, no sabemos bien cómo van a ser las cosas, aunque sí sabemos que no van a ser igual que ahora. Sus ejemplos de cómo han cambiado tantas formas habituales de vivir, viajar o hacer cualquier cosa en periodos de veinte años son especialmente brillantes e iluminadores.

Me parece que muchos lectores del texto se quedarán aterrados o, al menos, atónitos, pero eso sólo quiere decir que mucha gente vive hoy como ayer, sin darse cuenta de que mañana ya no va a ser lo mismo. También habrá quienes puedan ver a través del texto un futuro muchísimo más atractivo, precisamente porque está lleno de interrogantes, pero también porque habrán desaparecido muchísimas limitaciones que hasta ahora eran insuperables.

Me parece que el concepto clave es el de escasez, una idea estrechísimamente relacionada con la economía. La escasez siempre ha servido para producir valor, o, tal vez mejor, para incrementar el precio y la ganancia, pero ese tipo de escasez va a acabar por desaparecer; lo extraordinario es que ahora habrá un nuevo tipo de escasez valiosa, pero con un valor, por así decir, intrínseco. Esa es la diferencia esencial entre los bienes culturales y los materiales: los primeros se pueden multiplicar sin pérdida. Shakespeare o Cervantes o Leibniz nunca han perdido valor por ser muy conocidos, pero, en muchas ocasiones, las mejores ediciones de esos autores eran muy valiosas, en el otro sentido, por ser escasas. Eso se va a acabar, se está acabando ya.

El valor estará en lo escaso, es decir en lo muy bueno, pero los ejemplares (o las descargas, o las licencias) se podrán multiplicar sin ningún problema, y por esta vía empezará a resolverse el problema de la selección, la acreditación y la calidad de los millones de textos huérfanos que ahora circulan por Internet, enteramente a la deriva. Hay mucho trabajo para los editores (que dejarán de ser meros apéndices de los imprenteros y serán coautores) y muchísimo campo para la escritura; la distribución ha dejado ya de ser problema, y el marketing hay que inventarlo pero los costes serán muchísimo menores que lo que ahora es corriente, aunque el período de transición vaya a ser largo y luctuoso.

Shatzkin pone muchos ejemplos, pero hay uno especialmente pertinente para lo que quiero decir: en Scribd los autores se quedan hasta con el 80% de los ingresos que se producen por su obra, lo que implica, sin duda alguna, que les va a compensar que su obra se venda, o se licencie, barata porque eso multiplicará indefinidamente sus posibilidades de ingreso.

La residencia en la nube, la abolición de las restricciones del formato único, que se pueda prescindir del disco duro local, y la gran diversidad de dispositivos lectores harán, como muy bien dice Shatzkin, que se inútil y absurdo empeñarse en esa especie de cinturón de castidad que son los DRM. Ya no habrá copias, solo originales y lecturas. Nadie podrá ser perseguido por hacer una copia ilegal, porque nadie tendrá necesidad de hacerla cuando almacenar sea una cosa enteramente absurda (aunque quede todavía un poco). Como dice Shatzkin no habrá compras de documentos sino suscripciones, pero tendremos que pensar muy bien a qué nos suscribimos.

[Publicado en www.adiosgutenberg.com]