Leer a Salvador Sostres es higiénico, porque suele decir cosas relativamente insólitas. Se puede pensar que lo hace adrede, pero qué importa el motivo. Hoy me ha servido de saludable tónico porque me confieso propenso a la solemnidad, que es vicio de ilusos. De todas maneras, aunque sea indudablemente bueno dudar de uno mismo y de sus obsesiones, nunca es malo nadar contra corriente, justo lo que hace SS. A veces, al hacerlo con hábito cotidiano se corre el riesgo de equivocarse, pero lo bueno de nadar por cuenta propia es que hasta el mismísimo último día, se puede rectificar, o intentarlo: o sea, que me parece bien que Rajoy se haya ido a ver el fútbol a Polonia, y hasta es posible que no pueda hacer nada mejor, pero no me gusta que se consagre con aplausos un estilo de gobierno que no sabe dar un paso sin engañar, porque no puede llevar a nada bueno y, al final, perderemos también la Eurocopa.