No sé cómo lo hacen otros, pero yo vivo entre libros a medio acabar. Supongo que es cosa de la edad, pero también de la curiosidad; el hecho es que siempre empiezo unos cuantos libros antes de acabar los que se supone que estoy leyendo. Me parece que esto puede tener algo que ver con la manera de viajar; hay quienes se empeñan en llegar al fin previsto, y quienes se pierden por caminos adyacentes para encontrar lo nuevo. El día tiene veinticuatro horas, y se ve lo que se ve. De todas maneras, yo viajo más deprisa que leo y, al final, más o menos, libros desflorados y sin provecho no quedan tantos.
Acabo de leer Valquiria, un librito de Peter Steinbach en el que se inspiró la película de Bryan Singer protagonizada por Tom Cruise. Había visto previamente la película, que me pareció bastante buena, y me ha resultado curioso leer sobre Claus von Stauffenberg viéndole con la cara de Tom Cruise (por las fotos creo que Cruise, que hizo un papel muy bueno, se le parece bastante). La verdad es que cuesta bastante entender a un personaje tan distinto y complejo como el del militar alemán, pero, aunque no se compartan las brumas ideológicas en que vivía, no hay más remedio que admirar la nobleza de su carácter y, por supuesto, su valor, su desprecio a la muerte.
Lo que me mueve a escribir hoy sobre esto es una observación de Steinbach que explica muy bien el hundimiento, una característica del poder político, que siempre tiene algo de terror, que sigue plenamente vigorosa y explica muchos desastres: el miedo a admitir la verdad, incluso entre camaradas leales.
Según Steinbach había muchos generales en situación penosa desde el punto de vista militar que ni siquiera estaban dispuestos a informar al alto mando del Ejército de la verdadera situación en el frente. Extrapólese a la conducta ante el Führer, y se entenderá su locura extrema de los últimos días. La tenue línea que existe entre mantener la esperanza y sucumbir, es siempre traidora, pero cuando se vive del miedo y la adulación al líder, esa línea se sobrepasa mucho antes de lo que nadie imagina.