Un Colegio Mayor

He tenido el placer de dar la conferencia inaugural de curso en un Colegio  Mayor sevillano. Mi placer no consiste en hablar, ni siquiera en que me escuchen con atención y respeto, como si tuviera algo interesante que  que decir, como ha sucedido (me refiero a lo de la atención y el respeto). El placer ha sido participar de un ambiente universitario, formal, educado,cordial, con los chicos bien vestidos y dispuestos a celebrar un acontecimiento, un ceremonial de paso. Creo que queda muy poco de esto, y es de lamentar. Hay que perseguir la excelencia, pero es difícil hacerlo si las formas se olvidan por completo, si todo se reduce a una campechanía más o menos chabacana, a un colegueo zafio y sin perfiles, al igualitarismo necio que tan buen acogida tiene en esta España cada vez más gris y escasa de alicientes, y de manera tan especial como paradójica, en la universidad . Me pareció una especie de milagro que haya quienes se empeñen en mantener vivas tradiciones de formalidad y prestigio. Ya con eso mismo tienen su premio. La reinvención de la universidad, tan deseable como improbable, tendrá que apoyarse en estos bravos sevillanos y en quienes, como ellos, sepan que nadar contra corriente es, además de saludable, un camino de perfección.
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